Según un especialista universitario, es un error creer que la energía
nuclear es “limpia” y que sería una alternativa conveniente para México
PÁNELES SOLARES. Están formados por un conjunto de celdas que
producen electricidad a partir de la luz que incide sobre ellas. (Foto:
ESPECIAL )
Jueves 13 de
septiembre de 2012 El
Universal
Apostar por la energía nuclear
en México, como una opción para enfrentar la disminución de las fuentes
tradicionales de energía (combustibles fósiles), implica la cancelación del
desarrollo de las energías renovables o por lo menos el aplazamiento del uso de
las mismas, con las consecuencias económicas, sociales y ambientales que eso
conlleva.
Esto es lo que cree Fabio Manzini, especialista del Centro de
Investigación en Energía (CIE) de la UNAM, quien tras varios años de estudio
elaboró -a partir de un ejercicio científico conocido como prospectiva-
escenarios futuros basados en la premisa de la sustentabilidad, la cual indica
que se debe proporcionar la energía necesaria a las generaciones presentes y
futuras.
Las necesidades de energía primaria en México se satisfacen actualmente
con una oferta interna bruta distribuida de la siguiente manera: 88% con
combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón); 10.5% con energías
renovables (hidroeléctrica, geotérmica, eoloeléctrica y otras generadas con bagazo
de caña y leña) y 1.5% con energía nuclear. No obstante, el país cuenta con
enormes recursos para desarrollar energías renovables.
“Nuestro país se ubica dentro de las cinco mejores zonas de insolación
del mundo para aprovechar la energía solar. Igualmente se podría explotar más
la energía eólica del istmo de Tehuantepec y la geotérmica”, asegura el
investigador de la Universidad Nacional.
La oferta energética se podría diversificar con el empleo de energía
minihidráulica y oceánica de los litorales y el golfo de Cortés, en Baja
California, y sólo con el potencial energético de la biomasa se cubrirían dos
terceras partes de la energía primaria que demanda el país.
Tres escenarios
Ante un panorama energético basado en la quema de combustibles fósiles,
y tomando en cuenta las cifras oficiales de las reservas probadas de petróleo,
Fabio Manzini formuló tres escenarios: tendencial, de bloques y sustentable.
México reportó en 2009 reservas probadas de petróleo por 14 mil 308
millones de barriles (un barril tiene 169 litros), reservas probables por 14
mil 516 millones de barriles y reservas posibles por 14 mil 738 millones de
barriles. La suma de estos tres tipos de reservas arroja una cantidad de 43 mil
562 millones de barriles.
“Sin embargo, el problema es que las únicas reservas que pueden
satisfacer la demanda son las reservas probadas, que desde 2000 han disminuido
a una tasa anual de 6%”, informa el especialista del CIE.
El escenario tendencial sugiere que, al verse reducidas las reservas
probadas de petróleo, se impulse la tendencia a emplear la energía nuclear y
otros combustibles fósiles en la generación de electricidad, toda vez que ésta
aparece en el escenario como la única energía que pudiera sustituir al
petróleo.
“Los responsables de las decisiones energéticas del país saben que el
petróleo se está acabando, pero apuestan por la variable nuclear, en vez de
hacerlo por las energías renovables. Caen en la trampa de la industria nuclear
que se publicita como ‘limpia’ cuando todavía no tiene resuelto el problema de
sus desechos. Los habitantes de Fukushima aún no pueden regresar a sus casas
debido a los desechos radiactivos expuestos por el tsunami de marzo de 2011”,
señala Manzini.
Respecto del escenario de bloques, el investigador universitario refirió
que guarda la misma proporción que imprimen los bloques comerciales en el plano
mundial. Es decir, las necesidades energéticas de los países hegemónicos
imprimen cierta dinámica a las tendencias de tecnología, producción y consumo
energéticos.
“Antes, el país hegemónico era Estados Unidos, pero ahora Asia (China,
Japón, Corea) está adquiriendo primacía. Otros bloques son Europa y Rusia. Se
espera que, en términos económicos, América Latina, sin México, que aún no
forma parte del Mercosur, adquiera ese rango.”
Desde la perspectiva de Manzini, el escenario sustentable da prioridad a
la producción de energía mediante la explotación de fuentes renovables bajo
cuatro premisas: que se aprovechen las fuentes renovables de energía local, que
se preserven los sistemas naturales para evitar los efectos del cambio
climático (las fuentes renovables de energía son las que menos gases de efecto
invernadero emiten por unidad de energía generada a lo largo de su ciclo de
vida), que se logre abastecer de energía a grandes núcleos de población y que
se reduzcan los riesgos en seguridad del abasto energético. Este esquema de
producción energética contribuiría a evitar conflictos geopolíticos entre
países con una desigual distribución geográfica de recursos energéticos.
“En este sentido, no es más que un error creer que la energía nuclear es
‘limpia’ y que sería la alternativa para México. Además de aumentar la
dependencia tecnológica, es la forma de generación de electricidad más cara, si
se incluyen todos los costos de su ciclo de vida. Es decir, construir más
plantas nucleoeléctricas implica, aparte de un alto costo de inversión, el
costo de importar uranio (México sólo tiene uranio para Laguna Verde), el costo
de enriquecerlo y el costo de confinarlo una vez usado. Con esto se
incrementaría la dependencia tecnológica que tenemos con el primer mundo, en
lugar de apoyar el desarrollo de nuestra propia tecnología energética a partir
del aprovechamiento de las fuentes renovables de energía”, sentencia el
especialista del CIE.
El país que queremos
La estrategia nacional de energía plantea que 35% de la generación de
electricidad para 2024 deberá llevarse a cabo con fuentes realmente limpias,
las renovables, de energía: eólica, solar térmica de concentración, solar
fotovoltaica...
“Éste es, entonces, el país que queremos o que nos gustaría construir:
uno más sustentable y energéticamente independiente.”
Además, el hecho de que la demanda de electricidad en México haya
crecido por debajo de las expectativas y, en cambio, la oferta sí haya crecido,
trajo como consecuencia un exceso de capacidad eléctrica instalada para
satisfacer la actual demanda.
“Este exceso de capacidad instalada recibe el nombre de margen de
reserva ocioso. En un país con un sistema eléctrico nacional bien planeado,
este margen de reserva no supera 15%; en el caso de México alcanza actualmente
casi 50%”, apunta Fabio Manzini Poli.
Un beneficio inesperado que nos presenta este amplio margen de reserva
es la oportunidad de disminuirlo mediante la construcción de plantas de
generación de electricidad con las mencionadas fuentes renovables de energía,
varias de las cuales, debido a la naturaleza intermitente del recurso,
necesitan un respaldo adicional mediante capacidad firme (que provendría de la
capacidad ociosa hoy existente).
Según el investigador, los tomadores de decisiones, así como sus equipos
deberían visualizar cómo será el país a más largo plazo, por ejemplo, para
2050.
“El petróleo no se acabará en ocho o nueve años, como indica la ecuación
de reservas entre la producción, porque se descubrirán más yacimientos o se
usará menos el crudo; lo que se acabará es el petróleo barato. De manera que
habrá una gran oportunidad de hacer más asequibles las fuentes renovables de
energía para que se usen más. A ese escenario hay que agregar las barreras
ambientales que ya existen: debemos disminuir la quema de combustibles fósiles
porque no deseamos aumentar más la temperatura global; esto sería catastrófico
para el planeta.” Más información relacionada con este tema, en el siguiente correo
electrónico: fmp@cie.unam.mx. (Rafael López)
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